HOLA COMO ESTÁN?
1-Acá les dejo un enlace
para que tomen conciencia del golpe de estado de 1976. La desaparición de
muchos Argentinos y la lucha de sus madres.
https://www.youtube.com/results?search_query=las+madres+de+plaza+de+mayo
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ACTIVIDAD
LUEGO
DE VER EL ENLACE ….REALIZAR UNA REFLEXION DE LOS HECHOS OCURRIDOS…EL PORQUE
¨nunca más¨
·
2- En la primera actividad definimos ¿qué es filosofía? ¿Cuándo filosofamos?
¿Qué
nos lleva a filosofar?...
EL ASOMBRO- LA DUDA- SITUACIONES LÍMITES-
ACTIVIDAD
·
LECTURA
Filosofía
e historia de la filosofía
Ahora bien, ocurre que
para esta pregunta acerca del fundamento no hay una sola
respuesta, sino muchas;
tantas como filósofos. Porque si Tales dijo que el principio de
todas las cosas está en el
agua, Anaximandro afirmará que se lo encuentra en lo
indefinido o
indeterminado, Anaxímenes en el aire y Pitágoras en los números;
los
materialistas sostienen
que el fundamento de todas las cosas es la materia, y según otros
filósofos ese fundamento
lo constituye Dios, sea que a ese Dios se lo entienda como
trascendente al mundo, o
bien como inmanente a las cosas, como constituyendo su
sentido o su organización
interior; y habrá quienes digan, como Platón, que el verdadero
fundamento de las cosas
son las "ideas", y también habrá quien diga que ese fundamento
se halla en el Espíritu,
tal como sostendrá Hegel.
Más respuestas al problema
del fundamento del ente en totalidad se verán a lo largo
de estas páginas. Lo que
ahora interesa no es pasar lista de todas las opiniones, ni
mucho menos, sino tan sólo
indicar algunas como ayuda para comprender mejor el
sentido del problema que
nos ocupa. Pero además en este punto es preciso y oportuno
llamar la atención sobre
un hecho -sin duda desconcertante- que es una de las constantes
en el estudio de la
filosofía. Y es que, prima facie, la pregunta por el fundamento de todas
las cosas tiene respuestas
diversas, contradictorias entre sí, y -repetimos, prima facie- sin
que ninguna parezca
por lo pronto más verdadera que las otras. Hay quienes dicen que la
realidad es en su fondo
materia, o que la realidad es Espíritu, o que la realidad es Dios.
Pero -por lo menos en el
punto de nuestro estudio en que nos hallamos- no se ve en
primera instancia que
ninguna de estas tesis tenga más privilegio que las otras. (Otra
cuestión es la de las
preferencias de cada uno; pero de lo que aquí se trata no es de
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA
LOS PROBLEMAS DE LA FILOSOFIA
"preferencias",
sino de lo que las cosas mismas son -cuestión que apenas acabamos de
abordar).
También por este lado hay
una profunda diferencia entre la filosofía y las ciencias
(cf.§ 3). Porque la
historia de la ciencia es una historia progresiva, donde cada etapa
elimina o supera las
anteriores; por eso, para saber ciencia a nadie se le ocurre estudiar
historia de la ciencia. Si
se quiere aprender matemáticas, no se pone uno a estudiar un
texto de historia de las
matemáticas, sino que se recurre al tratado más nuevo y más
completo de la materia, se
lo estudia, y entonces, habiéndolo asimilado, puede decirse
que se sabe matemáticas.
La historia de las matemáticas es propiamente historia, y no
matemáticas (aunque, como
es obvio, para estudiarla se necesiten conocimientos
matemáticos). Y a ello va
unida la circunstancia de que en cada momento del desarrollo
de la ciencia, los
científicos están de acuerdo unos con otros, por lo menos en lo esencial
y respecto de la mayor
parte de su material de estudio; y si hay sectores en los que
surgen discrepancias, se
tratará justo de aquellas zonas donde el conocimiento científico
no ha sobrepasado aún
suficientemente: el ámbito de las hipótesis o las teorías.
Pero al revés de lo que
ocurre con la de la ciencia, la historia de la filosofía -por lo
menos en primera
instancia- no parece tener carácter progresivo, si con ello se entiende
que Platón, por ejemplo,
ha sido superado por Descartes, v.gr., o por tal o cual pensador
actual, y que por ello el
estudiarlo sería tan inútil y anacrónico como aprender física,
digamos, con las obras de
Arquímedes en lugar de hacerlo con un tratado actual de la
materia.
11
Y es que más bien en cada
gran filósofo pareciera latir un valor permanente, de
manera parecida a lo que
ocurre con el arte o la literatura, cuyas grandes obras encierran
sugerencias, inspiraciones
y enseñanzas siempre nuevas. Por eso estudiar filosofía es en
buena parte -tal como aquí
se lo hace- estudiar historia de la filosofía, y por eso la historia
de la filosofía no es
historia, sino filosofía.
Aristóteles, o Plotino, o
Descartes, o Kant, son tan "actuales" como los filósofos
vivientes. Platón es tan
actual como Heidegger, y es por ello por lo que en cada momento
de la historia de la
filosofía no hay acuerdo (al revés de lo que pasa en la ciencia). Éste es
el fenómeno de lo que se
llama la "anarquía de los sistemas filosóficos". Simplemente,
aquí se lo señala; si ello
es un defecto de la filosofía, o si, por el contrario, allí reside su
virtud suprema, se tendrá
ocasión de examinarlo más adelante.
12
De todos modos, ahora
debe quedar claro lo
siguiente: que en el lugar en que nos encontramos colocados, frente
a esta galería de
filósofos que se extiende desde Tales de Mileto hasta nuestros días,
esta galería, considerada
independientemente de nuestras simpatías, considerada
objetivamente, se nos
ofrece de tal manera que -repetimos- no se ve ningún sistema
filosófico que goce de
mayor privilegio que los demás.
6. Segundo
origen de la filosofía: la duda
¿Será entonces, quizá, que
no es posible conocer el fundamento del ente, puesto
que la filosofía se mueve
en tal anarquía? ¿O será que hasta ahora no se ha acertado con
la manera adecuada de
conocerlo? El conocimiento humano está constantemente
asechado por el error, y
esto no sólo ocurre en la filosofía, sino también en la ciencia y en
la vida diaria. Entonces
aquellas preguntas y este estado de cosas nos llevan a señalar un
segundo origen de la
filosofía y a plantearnos el problema del conocimiento.
El primer origen de la filosofía se lo
encontró en el asombro. Pero la satisfacción del
asombro, lograda mediante el
conocimiento filosófico, pronto comienza a vacilar y se
transforma en duda en cuanto se
observa la multiplicidad de los sistemas filosóficos y su
desacuerdo recíproco, y, en general,
la falibilidad de todo conocimiento. Esta situación
lleva al filósofo a someter a crítica
nuestro conocimiento y nuestras facultades de conocer,
y es entonces la duda, la
desconfianza radical ante todo saber, lo que se convierte en
origen de la
filosofía.
Reflexiónese ante todo en los llamados
errores de los sentidos. Por ejemplo -y estos
ejemplos son muy viejos, repetidamente
aducidos a lo largo de la historia de la filosofía,
pero justo por ello conviene
recordarlos-, una torre vista a la distancia parece circular, mas
observada de cerca resulta ser de base
cuadrangular; un remo parcialmente introducido
en el agua parece quebrado, pero si se
lo saca del agua se "endereza", y si se lo vuelve a
sumergir, parece volver a quebrarse; y
si mientras se lo ve quebrado se lo toca con la
mano, se tendrá a la vez dos
testimonios diferentes: el ojo dice que el remo está
quebrado, el tacto que no. Estos
problemas los resuelve la óptica de manera
relativamente sencilla; pero no es
ahora la solución de los mismos lo que interesa, sino
tomar clara conciencia de que los
sentidos con frecuencia nos engañan, que nuestras
percepciones suelen ser engañosas.
Pero entonces, ¿qué seguridad tenemos de que no
nos engañen siempre?
Y con nuestra otra facultad de
conocer, con el pensamiento, con la razón, ¿qué
ocurre? ¿Puede tenerse la absoluta
seguridad de que la razón no nos engaña? Parece
que no, porque a veces nos equivocamos
aun en los razonamientos más sencillos, por
ejemplo haciendo una simple suma; por
tanto, no es la razón un instrumento tan seguro
como para confiar ciegamente en ella.
O bien considérese el siguiente problema: una
casa la hacen 50 obreros en 20 días,
100 obreros en 10 días, 200 obreros en 5. 400 en 2
días y medio..., y si se continúa así,
resultará que con un número x de obreros la casa se
hará en un segundo. El cálculo está
bien hecho, y desde este punto de vista la
argumentación es perfectamente
racional; pero es obvio que no es posible fabricar una
casa en tiempo tan breve. En su
construcción intervienen factores que invalidan el cálculo;
es preciso, por ejemplo, manipular los
materiales, que el cemento o la argamasa se
consoliden, etc. -además de que, y
sobre todo, habría tanta gente en un mismo lugar que
nadie podría trabajar (ya dice el
refrán que "muchas manos en un plato hacen mucho
garabato"). De manera que la
razón, que ha realizado un cálculo matemáticamente
irreprochable, no basta en este caso
para determinar la manera de construir rápidamente
la casa del ejemplo; parece como si
hubiera una cierta falta de coherencia entre la razón y
la realidad, un cierto coeficiente de
irracionalidad en las cosas. Y dejando de lado este
ejemplo, que por supuesto es
deliberadamente exagerado, piénsese en tantos sistemas
políticos que el hombre ha ideado,
sistemas, muchos de ellos, enteramente racionales,
perfectamente bien pensados, pero que,
llevados a la práctica, si no han sido un desastre,
por lo menos han quedado muy lejos de
las pretensiones de quienes los idearon y
creyeron en sus bondades, confiados en
que con ellos se iban a eliminar las mil y una
injusticias que afligen a las
sociedades humanas.
En primera instancia todos creemos
ingenuamente en la posibilidad de conocer, el
conocimiento se nos ofrece con una
evidencia original; pero esta evidencia desaparece
pronto y la reemplaza la duda ni bien
se toma conciencia de la inseguridad e incerteza de
todo saber. Nace la duda cuando nos
damos cuenta de este estado de cosas, de la
falibilidad de las percepciones y de
los razonamientos.
Ahora bien, la duda filosófica puede
asumir dos formas diferentes: la duda por la
duda misma, la duda sistemática o
pirroniana, y la duda metódica o cartesiana.
a) Al escepticismo absoluto o
sistemático se lo llama también pirroniano porque fue
Pirrón dede Elis (entre 360 y 270 a.C, aproximadamente) el que lo
formuló. Si puede
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA
LOS PROBLEMAS DE LA FILOSOFIA
decirse que lo haya
formulado, porque Pirrón era un escéptico absoluto, es decir, negaba
la posibilidad de
cualquier conocimiento, fuera de lo que fuese; y por lo mismo negaba
que pudiera siquiera
afirmarse esto, que "el conocimiento es imposible", puesto que ello
implicaría ya cierto
conocimiento -el de que no se sabe nada. Pirrón, por tanto,
consecuente con su
pensamiento, prefería no hablar, y en última instancia, como recurso
final, trataba de
limitarse a señalar con el dedo.
Todo esto puede parecer
extravagante, y en cierto sentido lo es; pero conviene
observar dos cosas. En
primer lugar, que Pirrón era hombre íntegro, en el sentido de que
tomaba con toda seriedad
lo que enseñaba, al revés de tantos personajes cuya conducta
nada tiene que ver con sus
palabras. A Pirrón hubieron de practicarle dos o tres
operaciones quirúrgicas,
en una época en que no existían los anestésicos; pues bien,
Pirrón soportó las
intervenciones sin exhalar un solo grito ni emitir una sola queja, ya que
gritar hubiese sido lo
mismo que decir "me duele", hubiese sido afirmar algo, cosa que su
escepticismo le prohibía.
En segundo lugar, no hay dudas de que debió haber sido un
hombre muy extraordinario;
sus conciudadanos lo admiraron tanto que promulgaron una
ley estableciendo, en
honor a Pirrón, que los filósofos quedaban exceptuados de pagar
impuestos...
b) Pero interesa más (y
luego se lo verá con mayor detalle, cf. Cap. VIII, §§ 4-6) la
duda
metódica, la duda de Descartes. Esta duda no se la practica por la duda
misma, sino
como medio para
buscar un conocimiento que sea absolutamente cierto, como
instrumento o camino
(método) para llegar a la certeza. En síntesis, dice Descartes lo
siguiente: si me pongo a
dudar de todo, e incluso exagero mi duda llevándola hasta su
colmo más absurdo, hasta
dudar, por ejemplo, de si ahora estoy despierto o dormido,
hasta dudar de que 2 + 2
sea igual a 4 (porque quizás estoy loco, o porque mi razón está
deformada o es incapaz de
conocer, y me parece que 2 + 2 es igual a 4 cuando en
realidad es igual a 5); si
dudo de todo, pues, y llevo la duda hasta el extremo máximo de
exageración a que pueda
llevarla, sin embargo tropezaré por último con algo de lo que ya
no podré dudar, por más
esfuerzos que hiciere, y que es la afirmación "pienso, luego
existo". Esta
afirmación representa un conocimiento, no meramente verdadero, sino
absolutamente
cierto, porque ni aun la duda más disparatada, sostiene Descartes, puede
hacernos dudar de él.
Se dijo que es el asombro
lo que lleva al hombre a formular preguntas, y
primordialmente la
pregunta por el fundamento. Por su parte, la pregunta conduce al
conocimiento; pero a su
vez, cuando se tiene cierta experiencia con el conocimiento, se
descubre la existencia del
error, y el error nos hace dudar. Se plantea entonces el
problema acerca de qué es
el conocimiento, cuál es su alcance o valor, cuáles son las
fuentes del conocimiento y
a cuál de las dos -los sentidos o la razón- debe dársele la
primacía. De todas estas
cuestiones se ocupa la parte de la filosofía que se conoce con el
nombre de teoría del
conocimiento o gnoseología.
13
(Aquí también hay una
diferencia
entre la ciencia y la
filosofía, porque la ciencia no se plantea el problema del
conocimiento; la ciencia,
por el contrario, parte del supuesto de que, simplemente, el
conocimiento es posible,
supuesto sin el cual ella misma no sería posible. Cf. Cap. III, §
3).
13 Cf. nota
4. A la gnoseología también se la llama a veces "epistemología"; es
preferible, sin embargo,
reservar esta denominación
para la teoría del conocimiento (no en general, sino sólo) científico, para la
filosofía de la ciencia.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA
LOS PROBLEMAS DE LA FILOSOFIA
7. Tercer
origen de la filosofía: las situaciones límites
El filósofo pregunta a
causa del asombro que en él despierta el espectáculo del
mundo. Ahora bien, en el
asombro el hombre se encuentra en una actitud directa,
simplemente referido al
mundo, objeto de su mirada. Pero cuando aparece la duda, ocurre
que esa mirada se repliega
sobre sí, porque aquello sobre lo que la dirige no es ya el
mundo, las cosas, sino él
mismo, o, con mayor exactitud, su propia actividad de conocer;
su mirada entonces está
dirigida a esa mirada misma. Puede decirse que con la duda se
inaugura la reflexión del
hombre sobre sí mismo -reflexión sobre sí que llega a su forma
más honda y trágica cuando
el hombre toma conciencia de las situaciones límites.
Esta expresión de
"situaciones límites" la introdujo un filósofo contemporáneo, KarI
Jaspers (1883-1969).
El hombre se encuentra siempre en situaciones; por ejemplo, la del
conductor de un taxi,
guiando su vehículo, o la del pasajero, transportado en él. En casos
como éstos, se trata de
situaciones que cambian o pueden cambiar; el conductor puede
empeñarse en cambiar de
oficio, e instalar un negocio, v. gr. Pero además de las
situaciones de este tipo,
de por sí cambiantes, hay otras "que, en su esencia,
permanecen, aun cuando sus
manifestaciones momentáneas varíen y aun cuando su
poder dominante y
embargador se nos disfrace", dice Jaspers; y agrega: "debo morir,
debo sufrir, debo luchar,
estoy sometido al azar, inevitablemente me enredo en la
culpa".
14
A estas situaciones
fundamentales e insuprimibles de nuestra existencia es a las
que Jaspers llama
"situaciones límites".
Se trata entonces de
situaciones insuperables, situaciones más allá '!e las cuales no
se puede ir, situaciones
que el hombre no puede cambiar porque son constitutivas de su
existencia, es decir, son
las propias de nuestro ser-hombres. Porque el hombre no puede
dejar de morir, ni puede
escapar al sufrimiento, ni puede evitar hacerse siempre culpable
de una manera u otra. En
cuanto que tales situaciones limitan al hombre, le fijan ciertas
fronteras más allá de las
cuales no puede ir, puede decirse también que manifiestan la
radical finitud del
hombre -una de cuyas expresiones .so encuentra en las famosas
palabras de Sócrates,
"sólo sé que no sé nada", en las que se revela la primordial
menesterosidad del hombre
en general, y de todo conocimiento humano en particular (cf.
Cap. IV, § 3). Y bien, en
la conciencia de las situaciones límites, o de la finitud del
hombre, se encuentra el
tercer origen de la filosofía.
Epicteto (50-138
d.C, aproximadamente) fue un filósofo de la escuela estoica. Era
esclavo, y se cuenta que
una vez su amo se complacía en torturarlo retorciéndole una
pierna; Epicteto, con toda
tranquilidad, le dijo: "ten cuidado, porque la vas a romper"; y
cuando, efectivamente, se
la hubo quebrado, agregó con la misma serenidad: "¿Has
visto? Te lo había
advertido". La anécdota revela, en toda su simplicidad y grandeza a la
vez, cuál era el ideal de
vida que los estoicos perseguían: lograr la más completa
impasibilidad frente a
todo cuanto pueda perturbarnos.
Pues bien, Epicteto
sostuvo que el origen del filosofar reside "en la conciencia de la
propia debilidad e impotencia"
15
del hombre (lo que hemos
llamado su finitud). Enseñaba
que hay dos órdenes de
cosas y de situaciones: las que dependen de nosotros, y las que
no
dependen de nosotros
16
No depende de mí mi
muerte, ni la fama, ni ¡as riquezas, ni la
enfermedad; porque todas
éstas son cosas sobre las que no tengo poder ninguno, sino
que están determinadas por
el destino. Por tanto, tratándose de cosas que no dependen
de mí, sobre las cuales no
tengo influencia ninguna, es insensato que me preocupe o
impaciente. Si muere un
amigo, o cualquier persona a quien amo, no tiene sentido que me
1
desespere, porque esa
muerte no depende de mí, no es nada que yo haya podido
modificar o impedir; y si
me preocupase y desasosegase por esa muerte, no haría sino
sumar a una desdicha -la
de esa muerte- otra más; la de mi dolor, la de mi sentimiento de
impotencia. Todas estas
cosas se encuentran determinadas por el destino, y lo único que
debe hacer el sabio es
conformarse con él, o, mejor aun, alegrarse del destino, puesto
que es resultado de las
sabias disposiciones de la divinidad. Por ende, lo que
corresponde es que el
hombre en cada caso trate de cumplir lo mejor que pueda el papel
que le ha sido destinado
desempeñar, sea como esclavo, sea como emperador -porque
no deja de ser curioso que
dos de los principales filósofos de esta escuela estoica hayan
sido, uno, Epicteto,
esclavo, y otro, Marco Aurelio Antonino (121-180 d.C.), emperador
romano. En resumen, lo
único que depende de mí son mis pensamientos, mis opiniones,
mis deseos, o, en una
palabra, todo acto del espíritu; esto es lo único que puedo modificar,
y el hombre logrará la
felicidad en la medida en que se aplique solamente a este
propósito.17
Según se desprende de lo
que acaba de decirse, el interés fundamental de la
reflexión de Epicteto se
centra en la conducta del hombre: problema del que, se ocupa la
ética o
moral. Puede concluirse, por tanto, a modo de resumen, que la filosofía
brota de
tres principales estados de ánimo -asombro, duda, y angustia o
preocupación por la finitud
y por lo que se debe hacer o no hacer-, a cada uno de los cuales
corresponde, en líneas
generales, una disciplina filosófica: metafísica, gnoseología y
ética, respectivamente.
17 No está
fuera de lugar recordar que el general San Martín leía frecuentemente a
Epicteto, y qy
que en sus
campañas lo acompañaba su biblioteca,
relativamente nutrida y en la cual figuraba el Manual de aquel
filósofo. En la medida de lo posible,
trataba de adaptar su conducta a las normas que ese libro prescribe,
(cf. B. Mitre. Historia de San
Martín y de la emancipación sudamericana (Buenos Aires, Biblioteca de la
"La
Nación". 1907. tomo I. cp.ll.
iii, p. 101). V. gr., en relación "con los tiros de la maledicencia",
escribía en carta
a Godoy Cruz que, para hacerse
insensible a ella, "me he aforrado con la sabia máxima de Epicteto: 'Si se
dice mal de ti. y es verdad,
corrígele; si es mentira, ríete' " (cit. por Mitre, tomo II, Cap. XI, iv,
p. 104).
ACTIVIDAD
·
LUEGO DE LA LECTURA
·
Narrar 1 ejemplo de
cada momento DUDA –ASOMBRO –SITUACIONES LIMITES- que TE lleva a filosofar?
·
QUE SOSTIENE Epicteto…?..CUAL ES EL ORIGEN DE LA
FILOSOFIA?
·
PARA MARCO AURELIO… ¿CUAL ES EL ORIGEN
DE LA
FELICIDAD ?
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